sábado, 29 de enero de 2011

sábado, 22 de enero de 2011


Como una pintura nos iremos borrando

¡Oh, tu con flores
pintas las cosas
Dador de la Vida:
con tus cantos tú
las metes en tinte,
las matizas de colores:
a todo lo que ha de vivir en la tierra!
Luego queda rota
la orden de Aguilas y Tigres
¡Solo en tu pintura
hemos vivido aquí en la tierra!
En esta forma tachas e invalidas
la sociedad (de poetas), la hermandad,
la confederación de príncipes
(Metes en tinta)
matizas de colores
a todo lo que ha de vivir en la tierra
Luego queda rota
la orden de Aguilas y Tigres
¡Solo en tu pintura
hemos venido a vivir aquí en la tierra!
Aun en estrado precios,
en caja de jade
pueden hallarse ocultos los príncipes:
de modo igual somos, somos mortales
los hombres, cuatro a cuatro,
todos nos iremos,
todos moriremos en la tierra
Percibo su secreto,
oh vosotros, príncipes.

viernes, 21 de enero de 2011

FELICIDAD OBLIGATORIA


¿Podría alguien explicarme qué es la felicidad?.
En lo posible sin recurrir a los hijos o al amor. Eso sería hacer trampa. El amor y los hijos pueden ser maravillosos pero ninguno de los dos garantiza un estado de placer constante.
Es cierto, abrazar a alguien muy querido, permite una sensación única. Pero si se tiene hijos o se está enamorado, hay que arremangarse para cuando llega la preocupación, la puesta de límites, la bronca, la falta de reciprocidad y el desencanto. Vienen en el mismo paquete. Son inseparables. Si pretendemos conseguir a través de los nuestros una sonrisa permanente, es probable que lo único que logremos sea una mueca trágica.
El ideal de la felicidad, como todos los ideales, supone la obligación de alcanzarlo. No nos deja en paz. Intimida. Nos trata de fracasados. estamos tan exigidos por pasarla bien que terminamos pasándola mal. Y en el caso de la felicidad, como nunca estamos del todo seguros de ser felices, se vuelve sumamente efectivo. es un ideal con insatisfacción asegurada.
¿Por qué será que a veces, cuando todo está dado para que nos pongamos felices, no logramos sentirnos ni un poco contentos? El género humano no está preparado para la felicidad, al menos para la felicidad absoluta. Alcanzarla no es ningún mérito. Es antifisiológica. Por eso mejor abstenerse de los consejos que impulsan a conseguir la felicidad. Los estudios que se empeñan en que la logremos -desde cómo relacionarnos con los otros a que medicamentos tomar- se olvidan de un detalle: explicarnos qué es la felicidad. Quizá sea algo con lo que no estamos del todo de acuerdo.
La felicidad no es el éxito ni el goce permanentemente ni un estado de ensueño. Sentirse pleno todo el tiempo es insoportable. Desorienta. Son saludables, en cambio, las sensaciones con dificultades y obstáculos. Desear, querer, amar, interesarse, pensar, alegrarse, divertirse y distraerse. También se feliz, pero por un rato y de vez en cuando.
Querer alcanzar el ideal de familia o de pareja condena a los que tenemos cerca a una demanda implacable: ¡Haceme feliz! No me conformo con nada menos. Quiero lo mejor que puede pasarme en la vida, ser feliz, ser feliz caiga quien caiga y cueste lo que cueste. Por eso me dan miedo los que siempre están contentos. Me resultan peligroso, me ponen tensos. Cuando me invita a sus casas, los miro y veo un mecanismo listo a estallar si me salgo del libreto o me equivoco en el guión. Podría hacer que se entristezcan o se pongan violentos por mi exclusiva culpa.
¿Por qué protesto contra la felicidad? Porque me desagradan las formas de alcanzar la felicidad absoluta. Feliz pero mala gente. Soy feliz y no quiero saber lo que pasa a mi alrededor: Cierro los ojos y me convenzo de que la felicidad está dentro mío y que cualquiera, no importa sus circunstancias, si quiere, puede ser feliz. O la variable ingenua: ni siquiera me doy cuenta de lo que pasa a mi alrededor. sonrío porque no me entero. Ni siquiera me alcanza para postularme a mala gente. Una categoría en la que todos tenemos al menos un familiar querido.
Los que asocian la felicidad con la idea de estar tranquilos tampoco me convencen. Tener tiempo para uno sin que nadie te moleste ni te pida nada. En ese caso la felicidad es un estado de aislamiento que no permite demandas. Para lograrlo es necesario barrer cualquier obstáculo que impida levantarnos a la hora que queramos, hacer lo que queramos, hablar con quien queramos y al final del día salir a caminar y encontrarnos con nuestros amigos. Los amigos son un tema difícil. En especial si pretendemos que estén tan bien como nosotros. Cuando no es así, mejor expulsarlos de nuestro círculo.
El que sólo desea estar tranquilo, suele ser alguien que quiere una felicidad aislada. La felicidad de una sola persona y también de la de una persona sola. Ésa es la felicidad del muerto.
Ignoro, si hay una felicidad en el más allá. Quién sabe. Ni siquiera estoy seguro de desearla. Lo que me gustaría es que el más allá dure aunque sea unos minutos. Y que cuando llegue estén todos los que aseguran que la felicidad existe y que vale la pena sufrir en este mundo para merecerla en el otro. Quiero tener la oportunidad de agradecerles. En el mejor de los casos.

Ricardo Coler. "Felicidad Obligatoria" Editorial Planeta 2010